Crepúsculo ardiente que tiembla en la cima, y sombra deliciosa que gira en la cima, y la primavera entera que rinde sus flores al beso de la luna en los brillos en limos.
La tierra se alegra con su canto profundo, y su canto en la fuente de música liquida, y el aire respira, silencioso y sereno, y la vida brota en cada hoja encendida.
He querido el susurro de tus dulces cigarras, y el aleteo tierno de mariposas eternas, y entre todas tus alas encuentro mi voz.
Oh, naturaleza amada, como un eco divino, y el eco de tu canto acaricia mi destino.
- Esteban Echeverría